Entre el cielo y el infierno siempre está la tierra, para ponerlos cromáticamente, entre el azul y el rojo siempre hay un ver, lo terrenal, lo mundano.
A Miguel Ángel le fue encargada la última obra que decoraría la Capilla Sixtina en el Vaticano, el tema de este increíble fresco es igual de atractivo como la pintura en sí: “El juicio final”, que si bien se había representado en ocasiones anteriores, jamás se había tomado en cuenta la concepción que este autor podría tener sino hasta el momento de develar su obra.
Este cuadro, a diferencia de muchos sobre el mismo tema, es un tanto abierto, no existe un delimitación entre bocas del cielo o puertas del infierno, sino que las escena se desenvuelve en un azul profundo que evoca la divinidad de un central Cristo, que a diferencia de la imagen delgada y agonizante que siempre ha presentado la iglesia católica, este es atlético, está casi desnudo, no tiene barba, pero sí un increíble parecido con Júpiter de la mitología griega, que se encuentra junto a su madre; ella con mirada suplicante se dirige hacia la humanidad que no cuenta entre los santos de Cristo.
Existe una segunda figura en orden de importancia y siguiendo el recorrido visual que nos invita a hacer la obra y es San Bartolomé, por el cuchillo que apuña en su mano derecha y la piel, que sería la suya misma que sostiene en la mano izquierda, sobre esta imagen se dice que es un autorretrato de Miguel Ángel. Continuamos situándonos en los puntos focales de la obra y en la parte superior derecha e izquierda notamos seres robustos tomando tres objetos muy interesantes; los instrumentos de la pasión; la cruz, la corona de espinas y el poste de los azotes revelan la visión del artista de una segunda venida de un Cristo victorioso que deja atrás el pasado de la crucifixión; estos seres son muy distintos a los ángeles tradicionales, seres alados y con rostros de niños son reemplazados ingeniosamente por Miguel Ángel por robustos hombres desnudos.
Los ángeles del as trompetas del Apocalipsis anuncian el fin; cinco de ellos envueltos en telas carmesí suenan sus instrumentos mientras que dos de ellos muestran a los condenados el libro de la Revelación, otro dato interesante dentro de la obra es que es la presencia de un ser mitológico Caronte, barquero de la mitología griega, producto de la inventiva de Miguel Ángel, que plasmó lo que ya se vería anteriormente en la Divina Comedia de Dante. Entre los jueces del Hades se encuentra Minos, de la mitología griega, con un parecido al maestro de ceremonias de la época: Biagio de Cesena, pues era quien se quejaba de las figuras que se pintaba en la capilla del papa, llevaba una serpiente mordiéndole los genitales.
Las nubes apenas opacan el radiante cielo azul y lo que podría ser una terrible representación del último sufrimiento humano se convierte en esta magnífica obra de arte
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 Response to "SIN CIELO NI INFIERNO Análisis sobre la obra El juicio final de Miguel Ángel"
Publicar un comentario